Un dios ciego, un autor listo

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Dicen los entendidos que en los últimos tiempos la gran renovación de la novela negra está llegando gracias a las aportaciones de las periferias. El debate es largo y muchas veces se queda en estéril si cambiamos nuestra percepción de centralidad geográfica y la adaptamos a la de centralidad editorial. Si en España la mayoría de editoriales especializadas en novela negra las encontramos en Barcelona, debatir sobre la procedencia de los autores respecto a la capitalidad madrileña parece absurdo. Pero sea como sea, lo que es innegable es que en los últimos tiempos ha habido una eclosión de autores de fuera de Barcelona y Madrid que con sus propuestas han contribuido de forma notable a la renovación del género en castellano. Autores valencianos como Jordi Juan, gallegos como Diego Ameixeiras o canarios como Alexis Ravelo confirman esta tendencia a la descentralización del género.
En este sentido merece una mención aparte el solido grupo de escritores vascos surgidos en los últimos veinte años que ahora cuentan con una colección de referencia, Cosecha roja, de la editorial Erein, que tan bien está trabajando en los últimos tiempos. Fruto de ese buen trabajo es el tercer trabajo de Javier Sagastiberri, Un dios ciego, en el que recupera a los principales personajes de sus novelas: las ertzainas Itziar Elcoro i Arantza Rentería.
En esta ocasión las policías deberán resolver el caso de un asesinato por encargo en Bilbao, ejecutado sobre un abogado penalista venido a menos, y deberán enfrentarse a la fuga de prision de un viejo conocido suyo. Ambas tramas acabarán confluyendo peligrosamente.
Sagastiberri es un autor que nunca defrauda. El ritmo constante y sostenido del libro no decae en ningún momento y recuerda al de los grandes ciclistas que en los puertos de montaña no necesitan atacar sinó simplemente imponer un ritmo constante que va descolgando rivales. Pues bien, la escritura de Sagastiberri es de este tipo, empieza con un ritmo muy alto y no decae en ningún momento -tal vez, por buscarle un pequeño defecto en la prolija enumeración de bares bilbaínos con sus correspondientes especialidades- y es el lector quien debe estar atento a todos los pequeños detalles para no perderse nada.
Narrada en tercera persona tiene alguns momentos de inflexión en que se pasa a una dramática primera persona, lo que ayuda sobremanera a resolver uno de los giros finales del libro.  Y claro, ese montón de misterios que quedan abiertos sobre la figura de Arantza hacen intuir o una nueva entrega o una precuela, lo que el autor decida, però que no nos deje en ascuas. Sagastiberri ha conseguido algo bastante complicado: fiabilidad. Y eso, en estos tiempos, es un gran elogio.

SEBASTIÀ BENNASAR.
Un dios ciego.
Javier Sagastiberri
Erein. Cosecha Roja.

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